Cada mañana al levantarme y abrir las ventanas veo un nuevo mundo. Muchos días la niebla cubre el valle y el sol la roza con diversos colores. Me doy cuenta de la importancia del punto de vista, de dónde estamos para vivir una experiencia de vida. En el valle, hace frío y hay poca luz. En la montaña los rayos del sol nos alcanzan desde el primer momento, el aire es más puro.
Muchas veces me parece que la historia de nuestras vidas, individuales y colectivas, es algo así. Nos sumergimos en las condiciones que tenemos al alcance, sin ver que podemos transitar caminos que nos permiten resituarnos.
Los momentos de niebla espesa pueden ser duros y hacerse largos. Desconcierto, miedo, ansiedad, estrés, angustia. También egoísmo y cerrazón en muchos corazones.
El camino del zen nos invita a subir por la senda que nos sitúa en otro lugar interior. No es un camino llano, hay que esforzarse, hay que asumir que se deben dejar pesos innecesarios, patrones limitantes, crispaciones-emociones dolorosas, ideas sobre sí mismo… hay que entrenarse en asumir la propia libertad interna y la capacidad de hacer algo bueno para si y por sí mismo.
Nada logra quien no se atreve a dar el primer paso. Pero, ¿de dónde surge la voluntad de dar ese paso que libera? Suele surgir del tomarse en serio, de tomar en serio el propio sufrimiento, y de intuir que hay otro lugar en el que en algún momento hemos estado, aunque sea fugazmente.
Tomarse en serio.
En estos momentos del año, especialmente cuando todo parece que se vuelve de nuevo confuso y oscuro, cuando ya llevamos dos años de pandemia, cuando hay tantos cambios a nuestro alrededor que nos es difícil saber dónde estamos y qué va a pasar, en estos momentos es más importante que nunca hacer camino.
Hay una vida que nos vive, un aliento que nos respira, una luz que nos ilumina, una oscuridad que nos permite los procesos interiores. Somos esa naturaleza profunda que anhelamos, somos potencia y capacidad de acción, fuerza y sutileza. En la debilidad podemos abrirnos a lo profundo y resurgir.
Cada noche buena nace la luz.
Cada año es así, en lo más profundo del invierno, el sol vuelve a remontar en el cielo.
Te deseo que abras tu vientre a esa luz que ya vive en ti, que te atrevas a parirte en una nueva forma, tu forma verdadera de ser sintiente capaz de vivir una vida plena y con sentido. Una persona que da un paso en su camino interior.
¡FELICES FIESTAS!
Que així sigui Laia. Moltes gràcies per aquests textos tan profunds que em toquen per dins. Que passis molt bon Nadal. Una abraçada
Jaume
una abraçada Jaume!
Gracias a ti Iñaki… cuanta amabilidad!
abrazos grandes
Gràcies, Laia per aquest missatge entranyable i ple de sentit en aquest moment. Bon Solstici d’Hivern! Una abraçada amb el cor.
Gràcies a tu Anna, per compartir-te des del teu inmens cor. Abraçades.
Gracias Laia!!!!! Cuánta sabiduria.
Un beso gordo
La Vida que nos vive, nos atrapa y tantas veces nos limita. Conectar con nuestro centro y sentir que con muy poco nos conecta y a la vez nos libera. Dar ese paso y dar por el simple hecho de dar.
Gràcies, Laia, por tus palabras, por tu enseñanza y por abrirnos el paso a la Gran Vida.
Una abraçada enorme 😇
un plaer compartir cami amb tu, Eva. Abraçades
Felices Fiestas.
Gracias por hacernos reflexionar y pensar en nuestro mundo interior. Es un refugio que debemos conocer y cultivar.
Un abrazo
un placer compartir y leerte. Abrazos.
Mil gracias Laia por tus palabras que nos llevan a nuestro verdadero lugar. Ese lugar que tantas veces perdemos de vista. Una abraçada / Besarkada bat.
Querido Aritz, gracias. Abrazos, Besarkadak.
Gracias Laia, tus palabras dan en el sentido de estas fiestas, si veneramos al niño que hemos parido en el interior
ABRAZO FYERTE
compartir abrazos es lo que da el sentido… o sea que… un abrazo inmenso, querido Jose.
Gràcies i bon solstici Laia.
una abraçada Joan.
Gracias Laia! Me llegan tus palabras, son hermosas y valientes. Feliz solsticio!
Gràcies, Laia!
Gracias Soledad. Nos inspira el mismo viento de libertad. Abrazos.